miércoles, 25 de marzo de 2009

los valientes de "la nueve"

“ Aviso a navegantes: Post largo y rollero, pero honestamente creo que vale la pena. El que avisa no es traidor, nens....
Hace una semana, más o menos, serían las 21 horas o así, con la niña ya bañada-cenada y durmiendo plácidamente y con mi mujer en el “cuarto del ordenador” ( hasta ese extremo llega el protagonismo de este curioso trasto que da nombre a una de las habitaciones de la casa) ...estaba yo bebiendo una cervecita con aceitunas mientras oía la radio y preparaba algo de cenar. Por mucho que se trabajen extenuantes jornadas diarias, uno no se da cuenta de lo que privilegiados que somos los españoles de hoy hasta que alguna cosa nos devuelve de golpe a la realidad. En ese momento, decidí mentalmente que , en cuanto hubiese reunido la información necesaria, dedicaría una entrada en el blog al tema.
En este caso fue lo que salía de mi inseparable compañera en la cocina, mi vieja radio. En el programa de Angels Barceló en la SER varios contertulios hablaban del triste destino sufrido por el medio millón de personas que en invierno de 1939, cruzaron la frontera hispano-francesa, por Catalunya, territorio que permanecía, por poquito tiempo, fiel a la República.
Para los cientos de miles de excombatientes leales al gobierno democrático de España el destino fueron los improvisados campos de refugiados, como el de Argelers (Argelès sur Mer). Tras un terrible éxodo, a pie, con las bajas temperaturas del invierno, atravesando los pasos del pirineo catalán, acabaron hacinados en esos campos de internamiento habilitados por el gobierno francés, para el que no eran más que un montón de indeseados huéspedes. Muchos sucumbieron, en ese primer momento, al hambre, o las enfermedades provocadas por las inhumanas condiciones de hacinamiento en que se hallaban
Así lo relata la wikipedia, y así os lo extraigo:
“...El gobierno francés, impotente ante la situación, decidió conducir a los exiliados de la zona este hacia las playas de Argelès, a 35 km de la frontera. Fueron situados sobre la misma playa, y la zona se cercó con alambre de espino. Les custodiaban tropas coloniales, marroquíes y senegaleses, y algunos gendarmes. La situación se tornó caótica: no había campamentos de barracas, letrinas, cocina, enfermería ni siquiera electricidad, y comenzaron a multiplicarse los casos de disentería. Los enfermos y heridos colapsaron los hospitales de la región, y se establecieron dos campos próximos: Saint-Cyprien y Barcarès.
Las condiciones de vida de los refugiados en este campo fueron inhumanas. Fueron construidos barracones de madera y de lona por los propios reclusos, así como improvisadas cocinas y letrinas excavadas en la arena. La ayuda de organizaciones como Cruz Roja y los suministros humanitarios fueron insuficientes para tal cantidad de gente, y muchos perecieron víctima del hambre, la humedad, el frío y enfermedades como la disentería y la sarna.
La alimentación era muy escasa; algunos días llegaban camiones con pan y sacos de legumbre que tenían que cocinar con agua salada. Con la llegada del invierno los más débiles fueron los primeros en caer, además de muchos otros que murieron de
tifus.
En marzo de 1939, el fotógrafo Robert Capa visitó el enorme campo de la playa de Argelès, donde se encontraban en ese momento encerrados más de 80.000 republicanos españoles. La descripción que hizo del mismo fue:
"...un infierno sobre la arena: los hombres allí sobreviven bajo tiendas de fortuna y chozas de paja que ofrecen una miserable protección contra la arena y el viento. Para coronar todo ello, no hay agua potable, sino el agua salobre extraída de agujeros cavados en la arena".


La situación de estas personas cambió de manera radical al año siguiente, en 1940, con la ocupación de Francia por parte de la Alemania nazi. Por una parte estaban los liberados o huidos de los campos de Saint-Ciprien o Argelés, muchos de los refugiados españoles que se enrolaron inmediatamente en la Resistencia, en los maquis de la Ariège, Glières o Vercors. Otros fueron enrolados voluntaria o involuntariamente en la Legión extranjera.
Por otra parte estaban los que, desafortunadamente se hallaban en la zona del gobierno de Vichy, colaborador con el III Reich, que deportó a Argelia a muchos de ellos. Otros con el tiempo, como por ejemplo, los capturados en la derrota de Dunkerque, acabarían prisioneros de los alemanes. La mayoría de éstos fueron internados en Mauthausen, Buchenwald y Dachau. También hubo españoles en Auschwitz. En el campo de Oraniembourg fue internado el ex presidente del Gobierno republicano de España, Francisco Largo Caballero, que había sido entregado a los alemanes por la policía francesa de Vichy en París. Fue liberado por el Ejército soviético el 24 de abril de 1945 teniendo ya 76 años.
Cuando el general de Gaulle, tras su llamamiento de 1940, comenzó a organizar un incipiente ejército clandestino, las Fuerzas Francesas del Interior (FFI), columna vertebral de la Resistencia, los refugiados españoles estaban en primera línea, en el maquis y en la histórica jornada del Desembarco aliado del 6 de julio de 1944.Pero de todo este largo rosario de tristezas y desgracias que voy relatando, no es más que el prólogo de lo que en realidad quiero contaros, mucho más en coherencia con mi festivo carácter. El post va dedicado a los españoles que participaron en una de las jornadas más alegres, por lo que tuvo de decisivo y de simbólico, para la historia de la humanidad. El 23 de agosto de 1944. El día en que , en palabras de Hemingway “ París era una fiesta”




La vanguardia , los primeros combatientes en entrar al casco urbano de la capital francesa fueron los hombres de la novena compañía de la división acorazada del general Leclerc, conocida, para abreviar, como “la nueve”
La 9ª Compañía, integrada en la 2ª División Blindada de la Francia Libre, dirigida por el General Leclerc, estaba integrada casi exclusivamente por combatientes españoles. “La 9ª compañía de voluntarios extranjeros deben ser los primeros en liberar París. Debéis ser vosotros, porque sé que no retrocederéis y que tendréis en alta estima el honor de las fuerzas francesas”, ordenó Leclerc. La Nueve, como era conocida, era una línea de vanguardia, a la postre decisiva, capitaneada por Raymond Dronne. Sus hombres, eran chavales postadolescentes que apenas pasaban de los veinte años de edad, pero que cargaban en su alma y en su currículum la traumática experiencia, en muchos casos, de ocho años de combate casi ininterrumpido, ya que eran ex combatientes del bando republicano en la Guerra Civil.




Ya he mencionado a dos de los protagonistas de esta historia, el carismático general Leclerc, responsable en definitiva de la decisión de que fuese la nueve quién llevase sobre sus espaldas el asalto de la ciudad de parís, y el Capitán Dronne, elegido para capitán de la compañía por sus conocimientos de lengua española, que era la que, al ser la de la tropa, se usaba para dar las órdenes.

Según refiere el prestigioso historiador Eduard Pons Prades

“…En su historia de la Legión Extranjera francesa, Georges Blond confirma el excelente comportamiento de los españoles: La irrupción de un fuerte contingente de ibéricos exiliados políticos no tenía precedentes en las filas legionarias. Disciplinados, resistentes, atacando el duro entrenamiento por los desiertos argelinos, los españoles, codo a codo, dando pruebas de una solidaridad excepcional, tuvieron que hacer comprender a ciertos oficiales franceses, demasiado apegados al reglamento ancien régime, que el tiempo de las bromas pesadas y de las burlas gratuitas (llamar, por ejemplo, ejército de las alpargatas a las unidades republicanas españolas) había pasado. Abundaban también los oficiales que desconfiaban de ellos, llamándoles comunistas, y proclamando que había sido un error el llevarlos con el cuerpo expedicionario francés. Sin embargo, los hechos probarían que esos rojos españoles, sabían batirse como leones”

La carambola histórica de que la liberación de París no la realizasen tropas norteamericanas sino una compañía del ejército francés integrada casi exclusivamente por españoles obedece a la impaciencia del general Leclerc por apuntarse el tanto con respecto a su “superior jerárquico” con el que se llevaba fatal, ( que la caía como una patada en los huevos, vamos) el norteamericano General Patton.




Según refiere el capitán Dronne, cuando se hallan a “las puertas” de parís, el capitán Dronne le explica a su general que ha tenido que retroceder porque así se le ha ordenado, pero que el camino hasta París está expedito en la zona que él ha recorrido. Inmediatamente, Leclerc le ordena que marche a París con lo que tenga a mano, por poco que sea. Imagina el efecto que la llegada de la columna puede tener en la moral del pueblo parisino sublevado, y sabe que es necesario que, aunque sea sólo con una fuerza simbólica, su División acorazada debe entrar en París antes que los estadounidenses.
El capián Dronne confía entonces en su adjunto, su amigo personal y compañero, el teniente Amado Granell, nacido en Burriana ( Castellón) quien le recuerda en sus memorias con un enorme afecto y admiración y que le describía como “Valiente hasta lo temerario”.

Natural de Burriana (Valencia), Amado Granell había llegado a Orán en marzo de 1939, desde el puerto de Alicante. Tras ingresar en el Cuerpo Franco de África en diciembre de 1942, poco después del desembarco aliado, fue invitado a integrarse en una unidad americana. “Prefirió los cuerpos franceses y combatió en la Guerra de Túnez contra las tropas de Rommel, donde consiguió los galones de teniente”, explica el prpoio Dronne. Después fue nombrado adjunto del capitán Dronne en La Nueve, quien recuerda así sus hazañas: “Siempre en cabeza de sus hombres, con desprecio total del peligro, arrastró su unidad al asalto de Bandevillers y, a pesar de las pérdidas severas, consiguió desalojar a un enemigo tenaz y muy superior en efectivos, conquistando brillantemente la posición”.







Liberar París no fue fácil. Los alemanes poseían explosivos y habían dispuesto baterías de 88 milímetros en lugares estratégicos. Por si fuera poco, los aviones de la RAF confundían a los aliados con los alemanes. Otros soldados murieron ametrallados en emboscadas en las calles, donde se oían explosiones, tiros y ráfagas: las SS seguían combatiendo. La clave del éxito de la operación se basó en la insurrección de la resistencia, que organizó huelgas, boicots y hasta barricadas. Al final, la avanzadilla aliada llegó, fusil en mano, zigzagueando y ocupando con rapidez el terreno.
Un total de 120 hombres a bordo de tres carros ligeros Sherman y una veintena de blindados half-tracks ( carros ligeros semiorugas como los que aparecen en tres de las imagenes superiores) con nombres como “Guadalajara”, “Teruel” y “Guernica”, alcanzaron la calle Rivolí y el Estado alemán fue hecho prisionero. Granell, al mando de la operación, fue recibido por los parisinos como un héroe entre vítores y cantos a la Marsellesa, bengalas y disparos al aire. Granell, “un oficial de una valentía temeraria”, se convirtió en el primer soldado “francés” en liberar París.
“La población civil se abalanzaba sobre nosotros. Vivas, aplausos, aclamaciones. Siempre besos y siempre flores. Las botellas de buen vino francés se vaciaban sobre nuestras cabezas a manera de bautismo pagano….” dijo Granell.
El día 25, en el desfile de la Victoria, los vencedores se pasearon por los Campos Elíseos. Delante, por el centro de la avenida, el teniente Granell abría conduciendo un vehículo blindado que portaba dos banderas: la de la Cruz de Lorena de la Francia Libre y la de la bandera republicana española.
Tras residir en Francia, Granell regresó a España en 1952, donde vivió en varias ciudades de forma clandestina, hasta que murió en un accidente de coche cerca de Valencia. Tras el suceso, el capitán Dronne reaccionó así: “¿Un accidente? …No creo. A mí amigo le han matado”.
Salud, paz y amor, a todos





Breve explicación de las imágenes, de arriba a abajo:
1.- Vista de la playa de Argeles Sur Mer, en la actualidad.
2.- Monolito dedicado a la memoria de los exiliados españoles en la playa de Argeles.
3. y 4.- Half Track ( media carga) vehiculo acorazado ligero semioruga de la compañía nueve por las calles de París. (y en un dibujo)Todos estos vehículos al servicio de la novena tenían nombres puestos por los propios integrantes de la 9, que decidieron ponerles nombres de batallas ed la guerra civil...Belchite, Teruel, Guadalajara...menos uno, que fue bautizado expresamente como "Don Quijote", según refiere Von Baumbgarten, "bamba" (que a pesar de ese apellido era natural de Reus...)"todos nos sentíamos un poco como "Don Quijote"


5.-Los protagonistas de la historia. sentado en el jeep, el General Leclerc, tras el, con quepis frances, el capitán Dronne, y a la derecha, con cazadora clara y gorro cuartelero, el teniente valenciano Amado Granell.
6.- El Capitan Dronne y, a la izquierda de perfil, el teniente Granell
7.- El teniente Granell con el uniforme de la Divisón acorazada Leclerc, de la Francia libre.
8.- Combatientes de la 9 y paisanos por las calles de París el día de la liberación.
9.-Celebración del homenaje a los republicanos españoles en el año 2004, a los 60 años de la liberación de París, junto al monolito dedicado a su memoria en el cementerio Pere Lachaisse.
10.- Vehículo Half-track de la 9 entrando por la C/Rivolí de París.
11. -Paisanos recibiendo con cariño a los combatientes de la nueve.

















8 comentarios:

Naveganterojo dijo...

Algunos de los hombres de la "9", llegaron a combatir en "el nido del aguila"
y otros españoles en Guadalcanal, a veces la historia nos abre los ojos ante la valentia de los soldados republicanos, hombres que han sido olvidados y vilipendiados en nuestro pais.
Gracias por el esfuerzo de ayudar a contibuir en que se sepa la verdadera historia de nuestro pais.
Un saludo muy cordial

Anónimo dijo...

Pues se me ha hecho corta la historia don Fritus. Ha sido fantastica y tambien el saber que fueron republicanos los que tomaron Paris. Esto es lo que no se cuenta y que se deberia contar. La verdadera historia de nuestro pais como dice ''Navegante''.

Un saludo.

Gracchus Babeuf dijo...

Yo estaba a punto de cumplir catorce años, cuando viajé a Francia en un programa de intercambio escolar. Acabé en Grenoble, y me llevaron durante ese verano a visitar la Saboya y los Alpes.

Era frecuente encontrar, al borde de la carretera, pequeños memoriales a la resistencia, que fue muy activa en esa zona. Solía ser una pequeña explanada, con lápidas, una placa, flores y, a veces, banderas.

Cuando pedí que parásemos, para ver una de ellas, se me heló la sangre. No menos de la cuarta parte de los apellidos de los allí homenajeados eran "Martínez", "Fernández", "Caballero", "Herrera".

En los memoriales a la resistencia que visité, la presencia de los republicanos españoles era impresionante. Total, ya habían perdido una guerra, qué más podían perder.

Ya tenía una conciencia política a mis catorce añitos, pero lo que ví me reafirmó. Y me hizo sertirme muy orgulloso.

RGAlmazán dijo...

Precioso y emotivo homenaje a unos héroes que habiendo perdido una guerra se alistaron contra el gran enemigo y a favor de la democracia y la libertad. Una generación que debemos mantener siempre en la memoria. Gracias, D. Fritus.

Salud y República

dudo dijo...

A mí también se me ha hecho corto, Dani... precioso post. E instructivo as allways. (Frofesor Fritus, le vamos a llamar).
La recuperación de la memoria histórica empieza por ahí: por cultivar y divulgar los hechos menos conocidos de nuestra historia y la de nuestras gentes.
Como dice Almazan Man, Salud y República.

Merche Pallarés dijo...

Hijo, nos has hecho un repaso de la II Guerra Mundial que es de quitarse el sombrero... No sé si leerás mis posts (creo que no) pero estoy escribiendo sobre la odisea de mis tios republicanos en Francia durante la guerra incivil española. Extractos de un libro escrito por mi tia-abuela cuando tenía 80 años. Besotes, M.

Ferragus dijo...

Un texto interesante, Fritus. Un trozo de historia que bien vale hacer presente.

Ten salud.

Freia dijo...

Como a José, a mí también se me ha hecho corta la entrada... y emocionante. Y además he aprendido un montón de cosas. De un tiempo a esta parte, cada vez me dan más ganas de hacer genuflexiones antes Vd. don Fritus y su sapiencia exenta de pedantería (y lo digo sin el menor asomo de broma).
En otro orden de cosas, mi suegra todavía me cuenta cómo fue el paso a Francia desde Barcelona y lo recuerda con auténtico horror: sin comida, sin ropa de abrigo, con su hermana pequeña en brazos para acabar en un campo de concentración al que sobrevivió de milagro.
Un besazo